viernes, 5 de febrero de 2016

La cultura de la organización y el compromiso.

Ante las diferentes realidades que afrontamos y alteran nuestro diario vivir, es necesario formar una cultura basada en organización y compromiso.
Nuestra realidad demanda trabajar organizados en la mayoría de campos sociales, porque si no, no logramos obtener los propósitos deseados y estamos en riesgo de hundirnos en conjunto. Una nueva cultura de compromiso pasa, no solo por la construcción de grandes ideales colectivos, sino por formar una ética de responsabilidad y de cuido. También, pasa por fomentar las relaciones interpersonales, el ordenamiento de los procesos que se requieren para uno o varios fines. Vivimos en tiempos en que debemos concentrarnos en temas urgentes, profundizar en la democracia, en la distribución de la riqueza, luchar por desaparecer las vulnerabilidades de esta sociedad y trabajar porque todos veamos esto como una casa común para todos y todas. Sin embargo, en la actualidad nos encontramos en una época de crisis del compromiso social. La posmodernidad, la promoción de valores individualistas y los acelerados cambios tecnológicos han desdibujado la necesidad humana de trabajar coordinados por grandes proyectos colectivos y han cambiado la dinámica de nuestras relaciones interpersonales. Cada quien camina por su lado, busca lo suyo y no el bienestar global. Y es quizás por eso que las juventudes nos encontramos en el dilema más profundo de encontrar a qué consagrar nuestras vidas. No solo la falta de paradigmas hace más difícil encontrar esta respuesta en los y las jóvenes en un mundo cambiante y globalizado, que a veces, con su sobreexposición a mensajes contradictorios, terminan por confundirnos y llevarnos hacia el desencanto y el egoísmo. Resulta paradójico que en la era de la información, en lugar de tener más claridad, exista más confusión y fraccionamiento social. Es común que en lugar de cultivar valores y sueños colectivos se termina por apostar al marketing y a propuestas vacías, o en definitiva se acaba en la antipatía o la falsa idea de la antipolítica. Mientras tanto todo sigue igual o peor. Ser joven y participar en política nos enfrenta en estos dilemas. No solo debemos encontrar solución a los problemas tradicionales, sino también encontrar nuevas maneras de hacer las cosas. Es innegable que existen buenas iniciativas, pero ha venido creciendo una tendencia engañosa que resulta en simples arreglos cosméticos, sin cambiar la injusticia estructural existente. Si en realidad los y las jóvenes deseamos construir una nueva cultura política, debemos hacerlo sobre terreno firme. Es imperativo huir de personajes como líderes sin ideologías, basados en la imagen y propuestas ambiguas. Además debemos ser cautelosos de no caer en el espejismo de la virtualización de la realidad a través de la idea de construcción de ciudadanía, por medio de las redes sociales. La tecnología puede ser una herramienta de participación si es bien orientada, pero sin duda puede convertirse en algo enajenante. Se debe trabajar en la realidad concreta de las personas, las comunidades y los sectores. Las dificultades que este camino nos presenta no deben llevarnos de ninguna manera a ideas tan sin sentido como la antipolítica, que con prácticas de desobediencia pasiva acaban por perpetuar el mismo estado de las cosas y contribuyen a la disociación de las personas y su realidad social. La responsabilidad como jóvenes es ser los principales agentes de cambio en la creación de una nueva cultura política, que cada día sea más viable. No solo porque somos mayoría o porque tenemos el futuro por delante, sino porque en este mundo de cambios acelerados, donde todos estamos aprendiendo constantemente, los y las jóvenes somos quienes podemos configurar nuevas maneras de ser y hacer. Debemos dividirnos tareas y asignarnos responsabilidades encaminadas a lograr los resultados que buscamos para ser la generación del cambio y la que marque el inicio de la transformación de este país. Por: Silvia Elizondo Benítez/Activista feminista y coautora del libro “El país que viene” Fuente tomada de la presa grafica El Salvador

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